viernes, 14 de agosto de 2009

LA MUERTE

Cuando escuchamos esta palabra, generalmente nos estremecemos, no nos acostumbramos a vivir con ella, cuando en realidad forma parte de nuestras vidas.

Esta es una sentencia que Dios, Adonai, Yavé, da como veredicto justo por la desobediencia del primer hombre creado por ÉL. "Más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás en modo alguno, porque el día que comieres, ciertamente morirás". Bereshit, Génesis 2:17.

La desobediencia en el primer matrimonio de la humanidad trae consigo la muerte.
¿Sabía Adán y Eva, (Java) que era la muerte? Indiscutiblemente sí que lo sabían, pues contemplaban la muerte en las especies animales. Pues los animales a diferencia de Adán y Eva, morían. Por lo tanto ellos sabían que era la muerte. Al desobedecer su sentencia fue morir. Un día para Yavé es como mil años para el ser humano, Adán no llego a completar ni el día para Yavé, pues murió con 939 años, ¡Quién llegara a vivir tantos años y en plenas facultades físicas, como hoy una persona que llega a vivir 100 años, sin alcehimer, ni parkinson!

Siempre ha preocupado al ser humano la muerte, será porque a lo desconocido se le tiene cierto temor o miedo. Nadie ha venido a explicarnos como es la muerte, por lo tanto se explica que le tengamos cierto temor o miedo. En realidad las personas tememos a la muerte, no por el simple hecho de que nos despidamos de todo lo que nos rodea, sino porque hay temor más bien a las enfermedades y a cómo pueda uno irse del mundo de los vivos. No obstante, creo que lo que más importa es lo que hagamos en el mundo de los vivos para poder tener una muerte digna. Debemos situarnos día a día en como llevamos nuestras vidas, si son o no en consonancia con lo que Dios nos dice en la Biblia y a través de nuestras conciencias y lo que nos dicta nuestro corazón que hagamos. Nuestras acciones son la causa de la fe que tengamos y nuestra fe es el resultado de nuestras acciones. Acciones y fe, fe y acciones son lo mismo. Nuestra mano esta compuesta de cinco dedos y los cinco dedos componen nuestra mano. Mano y dedos tienen una misma causa común. A pesar de las malas acciones que tengamos, por las mismas, nunca alcanzamos a ser personas perfectas, por mucho que nos esforcemos, seguimos pecando, quizás no con acciones, pero sí con nuestra mente, por eso necesitamos que alguién nos purifique las malas acciones que realizamos. Si por un hombre el pecado entró en el mundo. También por un solo hombre no nacido de pecado, somos redimidos. Quien nos redime del pecado es Jesús el Mesías, muerto y resucitado al tercer día. Él ha expiado nuestros pecados y él es la resurrección y la vida, todo aquel que muera, dice Él, yo lo resucitaré. Yo soy la resurrección y la vida, todo aquel que creyere en mí tendrá vida eterna.

Por tanto no hay que temer a la muerte, más bien temamos lo que podamos hacer con nuestras vidas mientras vivamos.

La mayoría de las religiones enseñan que después de la muerte hay otra existencia. Generalmente para los que han hecho bien, les espera vivir eternamente en el cielo y los que han obrado el mal, les espera un lugar de tormento. Otras religiones, nos hablan de una reencarnación. Dependiendo de como hayamos obrado en nuestra vida, iremos teniendo distintas reencarnaciones, de animal en animal, hasta llegar a la luz plena, que nos fusione con la misma. Yo particularmente, no creo en ninguna doctrina que apoye tanto una u otra teoría. Tiendo más a lo que la Biblia me dice, pues es inspirada por Dios, y la que me da más garantías de que dice la verdad.

La muerte es el fin. No hay más principio. El ser humano nace y muere. No va a ningún otro lugar. Dejamos nuestro "traje", cuerpo. El soplo de vida, nuestra personalidad, vuelve al "archivo" divino, para en el futuro ser procesado y volver a la resurrección. Mientras está en ese "archivo" divino, la personalidad de cualquier individuo está nula, ausente de todo, hay una inactividad total. Se acabó. Finito. The End. Entonces ¿qué sentido tendría el haber nacido? Cada vida de un ser humano es comparable a un libro. Cuando nacemos, las paginas de ese libro están en blanco. Mientras vamos viviendo, mientras vamos desarrollando nuestros actos buenos o malos, día a día, esas paginas se van llenando y el libro se va llenando de paginas y más paginas de nuestra vida. Todos disponemos de ese libro. Y todos tenemos oportunidad de leerlo y repasarlo, para que en otra nueva pagina, podamos rectificar, si somos humildes. Si no pues, seguimos. Pero lo que no debemos olvidar, es que ese libro, no lo podemos quemar o destruir, por mucho que nos empeñemos. Esta ahí, los Hijos de Dios, son los que escriben sobre él y son los bibliotecarios. Ellos se ocupan de archivarlos. Al final de los tiempos, ellos a la voz del Señor, Jesús el Mesías, por mandato del Padre, se encargan de abrirlos y El Mesías, juzga quienes deben de nuevo volver a la vida para siempre y quienes deberán vivir, para de nuevo volver a morir, sin esperanza de otra nueva oportunidad.

Como conclusión diría que debemos todos de procurar, porque en nuestro libro se puedan ir escribiendo cosas que agraden a Dios y su Hijo permanentemente como hombre entre nosotros desde la fundación del mundo hasta nuestros días.

Así sea.