lunes, 6 de julio de 2009

Sinceridad e hipocresía.

Del lat. sincerĭtas, -ātis).

1. f. Sencillez, veracidad, modo de expresarse libre de fingimiento.

hipocresía.

(Del gr. ὑποκρισία).

1. f. Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.

Hoy como siempre en la sociedad, quizás en unas más que en otras culturas han existido la sinceridad y la hipocresía.

La hipocresía, es como el alcoholismo, como la ludopatía, es una enfermedad, que afecta a personas de cualquier ámbito social, es como el cáncer que existe en cada ser humano pero con diferencia a que no en todos los seres humanos se desarrolla. Todo ser humano tenemos varias formas de comportamiento. Podríamos decir un buen comportamiento, basado en valores espirituales y morales que genéticamente hemos adquirido y se supone nos marcan el lado bueno. El otro lado sería el lado oscuro de todo aquello que nos arrastra a un comportamiento, hostil y superficial, la desconfianza hacía los demás. Depende de como nos formemos, de como se nos eduque, podremos desarrollar un lado u otro.

La sinceridad implica sencillez, transparencia en nuestros actos, y en nuestras palabras. La veracidad se demuestra día a día por nuestra conducta, por nuestros actos, por nuestras conversaciones. Lo que emana de nuestra boca son sentimientos que nacen en nuestro interior y nuestro interior es el almacén de todo lo que vamos recopilando, con nuestra vista, con nuestros oídos, es decir con los cinco sentidos de los que dispone el ser humano. Todo ello es conducido a nuestra mente y ella se encarga de ordenar todo el contenido que entra en nuestro ser, después lo reflejamos a través de sentimientos, gestos, arte y dialéctica. Todo ser humano posee arte, nadie está eximido de esa virtud y otras más, pero depende de que realmente nos conozcamos para poder desarrollar las mismas. Todos somos poseedores de la sencillez a la vez que todos somos poseedores de la hipocresía. Depende qué dos cosas son las que realmente deseemos desarrollar más.

Aquí los padres tienen una gran labor con sus hijos. Si los padres mienten, los hijos se están entrenando para ser hipócritas. Si los padres, cuando viene una visita a casa, se muestran hospitalarios, pero al marcharse la visita, hacen comentarios de mal gusto hacía sus invitados y los hijos están presentes, esos niños están recibiendo la verdadera pedagogía para el día de mañana ser otros más en la fila de los hipócritas. Hipocresía es lo que se enseña, para justificar que se es educado. La educación esta reñida con la hipocresía. El no mentir es uno de los mandamientos del decálogo entregado a Moisés de manos de Yavé. El mentir es hipocresía. Estamos inmersos en un mundo lleno de mentira, todo es mentira. Mentimos a cada instante. Cuando nos vamos a dormir, para evitar decir mentiras, es bueno preguntarse: "¿Cuántas mentiras he dicho en el día de hoy?" De esa forma gradualmente nos podremos ir enmendando en decir cada día menos.

Los anuncios publicitarios en TV nos mienten. Los medios de comunicación nos mienten. Bueno no dicen toda la verdad, consiguientemente, si no dicen toda la verdad, cuentan su verdad, ¿pero en realidad si solo cuentan"su" verdad, fingen parte de alguna realidad, con lo cual reflejan hipocresía en sus contenidos. En la escuela, mienten profesores y alumnos. En el trabajo mienten jefes y subordinados. En los hogares mienten la madre, el padre y los hijos. La madre miente al padre, el padre miente a la madre y así de una manera rotativa. La madre cuando acuna a su hijo, para que el niño se duerma le cuenta alguna mentira. Y ya no hablemos de las infidelidades entre matrimonios, el uno se miente al otro. No hay SINCERIDAD.

Cuando somos sinceros, nadie nos cree. No puede ser que se nos este diciendo la verdad. Cuando vamos al médico y nos receta una medicación barata, no nos podemos ir contentos a menos que nos recete una medicación más cara, porque la cara dará mejor resultado y si ya nos vamos sin que nos recete nada, pensamos que ese médico no es bueno. No nos estamos dando cuenta que en realidad esa persona está mostrándose sincero. Cuando festejamos con el novio o novia y se nos avisa de que esa persona no nos conviene, no creemos lo que se nos dice, preferimos que se nos mienta. Cuando se nos dice que hemos engordado, nos sienta como perros que se nos digan eso. Cuando se da una opinión y es sincera, la rechazamos y posiblemente dejemos de hablarnos con la persona que se ha mostrado sincera con nosotros.

Vivimos en un mundo donde cada día hay c más hipocresía y menos sinceridad.

El verdadero cristianismo nos enseña a ser sinceros y a rechazar la mentira.


Jesús el Mesías dice: " La verdad os hará libres". Debemos de despojarnos de toda vestimenta que nos induce a la mentira y vivir la realidad, siendo sinceros, primero con nosotros mismos, con Dios y con nuestros semejantes, viendo en ellos lo bueno que tengan y no imitando lo malo que puedan tener.

"Amaos los unos a los otros como yo os he amado". Dice Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios.